O ισπανός συγγραφέας
ABANICO
Πρόσκληση
για συμμετοχή σε εργαστήριο συλλογικής μετάφρασης μικροδιηγημάτων
παρουσία του συγγραφέα
Συντονίζουν:
Κωνσταντίνος Παλαιολόγος και Νίκος Πρατσίνης
To Κέντρο Ισπανικής, Πορτογαλικής και Καταλανικής γλώσσας ABANICO διοργανώνει εργαστήριο μετάφρασης μικροδιηγημάτων με την παρουσία του συγγραφέα τους, Ρομπέρτο Γκαρσία ντε Μέσα. Το εργαστήριο, που θα συντονίσουν ο αναπληρωτής καθηγητής του ΑΠΘ και μεταφραστής Κωνσταντίνος Παλαιολόγος και ο μεταφραστής και διερμηνέας Νίκος Πρατσίνης, θα λάβει χώρα στο ABANICO (Κολοκοτρώνη 12, Σύνταγμα) τη Δευτέρα, 26 Νοεμβρίου 2018, από 12.00 έως 14.30.
Εάν
ενδιαφέρεστε, δηλώστε το ταχύτερο συμμετοχή στην ηλεκτρονική διεύθυνση του
ABANICO (info@abanico.gr) καθότι οι θέσεις είναι περιορισμένες (όχι
περισσότερα από 12 άτομα). Σε ό,τι αφορά την επιλογή, θα ακολουθηθεί το
κριτήριο της προτεραιότητας στη δήλωση επιθυμίας συμμετοχής.
Σας περιμένουμε,
Κωνσταντίνος
Παλαιολόγος, Νίκος Πρατσίνης
Σύντομο
βιογραφικό
Ο Ρομπέρτο Γκαρσία ντε Μέσα έχει
σπουδάσει Νομική και Ισπανική Φιλολογία, και είναι κάτοχος διδακτορικού τίτλου
στην Ισπανική Φιλολογία. Ποιητής, θεατρικός σκηνοθέτης, δραματουργός, θεατρικός
παραγωγός και καλλιτεχνικός επιμελητής παραστάσεων, πεζογράφος, δοκιμιογράφος,
ερευνητής, visual
artist,
μουσικός. Έχει εκδώσει περισσότερα από 40 βιβλία, ενώ κείμενά του έχουν
δημοσιευτεί σε περιοδικά δέκα χωρών. Έχει μεταφραστεί σε αρκετές γλώσσες, έχει
δημιουργήσει την Εταιρεία Θεάτρου Roberto García de Mesa, και έχει σκηνοθετήσει
περισσότερα από 15 θεατρικά έργα.
Τα προς μετάφραση μικροδιηγήματα:
NOTICIAS DE UN JUGADOR
Hacia el mediodía de ayer, un hombre de
mediana edad, con camisa de rayas, corbata y traje algo desteñido por el uso, y
con el pelo recién mojado en unos lavabos muy próximos a la plaza del Príncipe,
se había colocado de manera estratégica al final de una de las calles más
concurridas de la ciudad. Con exagerados buenos modales solicitaba una ayuda a
todos los conductores que paraban sus coches cuando la luz del semáforo se ponía
roja. Desconocemos si era o no un resultado habitual en su vida, pero, en aquel
momento, le respondían con diversas formas de negación, uno tras otro. Nos
pareció descubrirle una leve expresión de sorpresa cuando se encontró ante un
modelo despampanante de automóvil, nuevo, brillante, de esos que intentan
comercializar estúpidamente con mujeres y hombres semidesnudos para hacerlo
«más deseable». Tampoco podríamos asegurar si quien conducía era mujer u
hombre. Superada su impresión inicial, nos pareció que se aproximaba con algo
de ansiedad, excitación, como el jugador que cree que esta vez posee la
combinación ganadora, pues imaginamos que era consciente de que le quedaba poco
tiempo para consumar su acción. El conductor o la conductora debió de hacerle
un gesto negativo, antes de que él le pidiera algo. El hombre se quedó mirando
a la ventanilla durante unos segundos y rápidamente se bajó los pantalones
hasta los pies. Así permaneció otro breve lapso de tiempo, con el cuerpo
desnudo de cintura para abajo, en silencio, delante de aquel objeto deseado y
su ocupante. Entonces, el semáforo cambió y todos se pusieron en marcha, excepto
aquel hombre que no dejaba de mirar cómo se perdía entre los otros el vehículo elegido.
Recordamos que alguien le gritó: «¡Gamberro! ¡Golfo!». Pero él se quedó unos segundos
inmóvil y, cuando despertó de aquella visión, se subió los pantalones, escarbó en
sus bolsillos y encontró una especie de pipa de girasol. Le fue quitando la
cáscara con sus oscuros dientes, mientras esperaba a que el semáforo volviera,
suponemos, a su deseado color rojo.
LA ARAÑA
Mientras dejaba que Dios se expresara a
través de sus labios, ante un gran auditorio, en la ciudad de Praga, el Papa
Benedicto XVI nunca hubiera creído por sí mismo que una araña tuviera la
suficiente capacidad de maniobra y la habilidad estratégica necesaria para
recorrerle una buena parte de su cuerpo y de su discurso, sin percatarse de
ello. Más tarde comprobaría personalmente cómo las cámaras habían captado, para
el mundo entero y para él también, el preciso instante donde la intrusa acababa
el laborioso trabajo de tejer una tela alrededor de su cuello.
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