Posted on 27 Αὐγούστου 2018 by planodion
LOS dos
amigos —el soltero y el casado— suelen discutir sobre temas como el
imperativo categórico o si el hombre nace tabula rasa. En una
conversación acerca de la ética y los animales, el segundo suelta que «Kant es
gilipollas», el primero se pone como una furia, «como vuelvas a decir eso te
parto el culo», «Kant es gilipollas», se atreve el otro, «como vuelvas a decir
eso te parto el culo», «Kant es gilipollas», «como vuelvas a decir eso te parto
el culo», el diálogo se repite unas cuantas veces como un mantra y cuando están
a punto de alcanzar el nirvana tántrico —si es que existe tal cosa— «Kant es…»,
se despierta el niño en la habitación de al lado y se pone a llorar. El padre
se levanta, va a la habitación y lo trae, «Kant es gilipollas», intenta seguir
con la misma cantinela para toparse con una negación, «no digas esas cosas
delante del bebé, imagínate que nos sale utilitarista o alguna tontería por el
estilo». Más tarde, la esposa regresa del trabajo, dirige una mirada asesina a
los dos, siempre sospecha que han hecho alguna burrada con el joven
descendiente. El bebé vuelve a dormirse y el primero se tiene que marchar. El
segundo lo llama al móvil cuando el otro está a punto de llegar a casa; ya sabe
cómo chincharlo: «¡Κant es gilipollas!», tensa la cuerda pero no recibe ninguna respuesta, el
soltero cuelga el teléfono tratando de mantener la calma, pero, la verdad, se
pasa toda la noche en blanco. Decide, pues, que cuando se encuentren de nuevo
al día siguiente, le va a moler a palos; sí, fuimos kantianos alguna vez; un
respeto para con el pasado, señores – medita. «Mi amor, ¿quién te ha puesto el
ojo morado?», preguntará la esposa tras el suceso y, habiendo prestado oídos a
las explicaciones, le dará la razón, como de costumbre, a su marido («Kant es
gilipollas, al igual que tu amigo»). En otra ocasión, hace tiempo, la esposa
había intentado justificarse ante una indirecta del amigo soltero: «Por
supuesto que tengo que darle la razón a mi marido, si no ¿cómo te crees tú que
se mantiene un matrimonio?».
Fuente: De la
colección de cuentos Μερικοὶ τὸ λένε ἀγάπη (Atenas,
Farfoulás, 2014).
Kimon Theodorou (Kavala,
1981). Ha estudiado Periodismo y Civilizaciones Europeas. Cuentos suyos han
sido publicados en varias antologías.
Traducción: Ilektra
Anagnostou, Beatriz Cárcamo Aboitiz, Sofía Fertaki, Theoni Kabra,
María Kalouptsi, Eduardo Lucena, Konstantinos Paleologos, Evangelía Polyraki,
Antonia Vlachou.
La traducción y
revisión colectivas de los minirrelatos es producto del taller que organizaron
y coordinaron, en la academia de idiomas Abanico desde octubre de
2017 hasta marzo de 2018, Konstantinos Paleologos y Eduardo Lucena, en el marco del Proyecto GreQuerías que ambiciona presentar la minificción griega al público hispanohablante.
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