Leto
El día ha
amanecido tan radiante y caluroso que casi desmiente el calendario que, colgado
en una de las paredes de la habitación, insiste en que estamos a 24 de
diciembre. Leto, en su cuna, está jugueteando con un globo rojo emitiendo
ronroneos de satisfacción. La niña, una y otra vez, intenta morder su juguete
y, sobre todo, las letras amarillas que lo adornan y que le desean, aunque ella
no las pueda leer, “Feliz Navidad”.
De repente, Leto, aburrida de jugar
con el globo, abre las manos y la pequeña esfera se desliza entre sus deditos y
empieza a elevarse ante el asombro de la niña que la mira con unos ojos negros
que brillan de felicidad y picardia. El globo, empujado por la corriente, se
cuela por la ventana abierta y, rozando la buganvilla, se pierde por entre los
edificios de la ciudad.
A veces, los deseos llegan hasta el
cielo.
Primera publicación: El País Semanal, número 1.265, domingo, 24 de diciembre de 2000, página 84.
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