Firmaba
en una librería en Salónica mi último libro y de reojo la vi de pie, esperando
un poco más allá con el libro en las manos. No parecía una lectora fanática y supuse
que sería una jugadora fanática, de esas que pierden juventud y fortuna en la
ruleta, que se vio identificada en mi novela.
«¿No te acuerdas de mí?», me preguntó poniéndoseme delante.
Sus ojos estaban humedecidos y su sonrisa triste. Me miraba como si mirase
un árbol en cuyo tronco nos apoyamos, cierta vez, para besarnos.
«Así que no se acuerda de mí…», murmuró.
Sacó de su bolso un sobre doblado y me lo dio. No llevaba sello pero
reconocí mi letra. Me extrañó ver lo diferente que era mi escritura entonces.
«Sargento Antonis Surunis» ponía, más o menos. El nombre femenino de la
destinataria no me sonaba de nada.
«Perdón...», dije bastante avergonzado. «¿No me ayuda un poco?»
«Soy Lola», respondió más avergonzada que yo.
Habían transcurrido treinta años. Sin embargo, debería acordarme de ella.
Porque fue Lola la que una mañana tiró a la basura el slip que llevaba y, me lanzó a las manos un paquete de boxers estadounidenses.
«¡Estos son los que debes ponerte
y no aquellos calzoncillos!»
Tenía como unos 10 años más que yo y pensé que si sabía qué no tenía que
ponerme, sabría qué debería ponerme. La verdad es que debería recordarla dos, ¿qué digo? ¡cinco veces al día! De
igual modo que recuerdo, cuando voy de corbata, a la que me la desató. Era de
mi padre y la llevaba para parecer de la misma edad que ella y no un colegial.
Me la quité con cuidado para no estropear el nudo y ella de inmediato me la
agarró de las manos y me la desbarató.
«¿Pero qué haces?», le pregunté asustado. «¿Y ahora cómo me la anudo?»
«¡Ya
aprenderás…!», dijo con calma mientras se desnudaba. «Tienes todo el tiempo del
mundo para aprender».
Antonis Surunis [Αντώνης Σουρούνης] (Salónica, 1942-2016). Prosista. Después de
terminar la educación secundaria se marchó a Alemania, donde –tras cursar
algunos semestres en universidades alemanas y austriacas– se dedicó a diversas
profesiones ocasionales. Publicó su primera novela: Οι συμπαίχτες [Los compañeros de juego] en
1977; a partir de entonces, siguieron más cuentos y novelas.
La
traducción colectiva es producto del taller de Traducción Literaria del español
al griego y del griego al español organizado por Konstantinos Paleologos y
Enrique Íñiguez Rodríguez bajo la égida del Departamento de Lengua y Filología
Italianas de la Universidad Aristóteles de Salónica en colaboración con la
Unión Hispanohelena de Lengua y Cultura que se realizó en Salónica del 22 abril
al 20 de mayo de 2015. Participaron los estudiantes: Sandra Armero, Juana
Barrios, Χρίστος Βασιλειάδης, Marisol
Fuentes, Αικατερίνη Ιορδανοπούλου, Ζωή Καραγιώργου,
Αλεξάνδρα Κουρκουμέλη, Gabriela Larrieux,
Ματθίλδη Σιμχά, Εύα Τοπάλογλου.
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