A Miguel de Cervantes Saavedra
le acompañó durante la mayor parte de su vida un apodo «griego»: Fue el Manco de
Lepanto [Ναύπακτος], puesto que participó, en 1571, en la famosa batalla naval entre las
armadas del imperio otomano y de la Liga Santa,
«la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan
ver los venideros», como decía orgulloso él. Allí, como es conocido, fue gravemente
herido de dos arcabuzazos en el pecho y en la mano izquierda que se le quedó
anquilosada. No obstante, su aventura griega no terminó ahí, de hecho acababa
de empezar. No, Cervantes no regresó en persona a «tierras helenas», como
suelen llamar Grecia los comentaristas deportivos, pero su obra sí; tardó
bastante en llegar pero se quedó para siempre. Vamos a coger el hilo de nuestra
naración desde el principio...
De
acuerdo con los datos de los que disponemos hoy, la primera traducción
manuscrita al griego que se conoce del Quijote se realizó del italiano y fue
redactada en la floreciente corte de Mavrocordatos [Μαυροκορδάτοι] en Bucarest con toda probabilidad a principios de la tercera década
del siglo XVIII. Recordamos en este punto que los Mavrocordatos eran
aristócratas de origen fanariota, es decir provenían de familias griegas de
Constantinopla, que
ocuparon puestos de poder durante el reinado otomano y que gobernaron los
principados semiautónomos danubianos de Moldavia y Valaquia desde principios del siglo XVIII hasta
principios del siglo XIX. El manuscrito en cuestión fue creado y,
posteriormente, copiado en el período durante el cual fue gospodar, es decir,
gobernante de Valaquia, Nicólaos Mavrocordatos [Νικόλαος Μαυροκορδάτος] (1719-1730) y circuló
entre los fanariotas intelectuales del principado que junto con Moldavia fueron
dos regiones muy abiertas a la recepción de elementos culturales occidentales.
Hasta
nuestros días han llegado solo cuatro copias incompletas y anónimas: una
pertenece a la colección privada del médico griego Tomazos Sgurdeos [Τομάζος Σγουρδαίος] (lleva la firma de su primera propietaria,
Smaragda Mavrocordatu [Σμαράγδα Μαυροκορδάτου], tercera esposa de Nicólaos
Mavrocordatos y posible traductora de la obra y contiene los catorce primeros
capítulos de la primera parte del Quijote), otra en la biblioteca del pueblo
histórico de Vitina [Βυτίνα] en el Peloponeso (comprende
solo la historia del “Curioso impertinente”), la tercera en la Academia Rumana
en Bucarest (reproduce casi la totalidad de la segunda parte del Quijote) y la
cuarta en la Biblioteca Yenadios [Γεννάδιος Βιβλιοθήκη] de Atenas (es la única
fechada, el manuscrito data de 1826, e incluye desde el capítulo 39 hasta el
final de la primera parte y toda la segunda parte). Basados en las tres
primeras copias, en 2007, Yeoryios Kejayoglu [Γεώργιος Κεχαγιόγλου] y Ana Tabaki [Άννα
Ταμπάκη] realizaron una edición
comentada de esta primera traducción conocida de la obra al griego.
Como
posibles autores de la traducción se barajan varios nombres de miembros de la
familia de Mavrocordatos (como la ya mencionada Smaragda Mavrocordatu, de
Ioanis Skarlatos [Ιωάννης Σκαρλάτος] o de Skarlatos Mavrocordatos [Σκαρλάτος Μαυροκορδάτος]), aunque bien podría ser
alguna otra persona culta de su círculo que hablara italiano. Vale la pena
señalar que esta primera traducción manuscrita al griego del Quijote es la
primera que se hace en un país de los Balcanes y del este de Europa. El texto
italiano que se empleó en la primera traducción al griego fue, con toda
probabilidad, la primera traducción ilustrada de los dos volúmenes de El
Quijote al italiano, hecha por Lorenzo Franciosini, publicada en Roma en 1677
(la primera en general al italiano se realizó en Venecia en 1622). Sabemos que
la edición de 1677 existía en la famosa biblioteca de Nicólaos Mavrocordatos ya
en año 1725, de acuerdo con los catálogos bibliotecarios que se han encontrado.
También sabemos que en dicha biblioteca había una traducción al francés,
imprimida en Lyon en 1718, reimpresión de la traducción anónima que había
salido del círculo jansenista de Port-Royal en 1677. En este punto hay que
señalar que la primera traducción al griego es obvio que percibe al Quijote
como una historia divertida y entretenida.
Las primeras noticias de la primera traducción del Quijote al griego la
rastreamos en la correspondencia que se produce en aquel año entre miembros de
la corte de los Mavrocordatos. De ella se deduce que la obra de Cervantes no
solo se conoce por aquellos lares sino que además hay críticas y algunas
adaptaciones teatrales.
No
obstante, a pesar de la existencia y circulación de esta traducción, junto con
la difusión de traducciones italianas y francesas (que eran los idiomas que más
dominaban los fanariotas), no hay noticias acerca del contacto de los lectores
grecohablantes con la obra original, circunstancia que explica las
relativamente pocas referencias a la obra de Cervantes a finales del siglo
XVIII en el ámbito de habla griega. A principios del siglo XIX empezamos a
encontrar más frecuentemente referencias a Don Quijote, sobre todo como un personaje
cómico, siempre dentro de un círculo limitado de personas eruditas, sobre todo
fanariotas o griegos que vivían en el extranjero. Un ejemplo característico de
estas referencias lo constituye la inclusión, en una carta que envía, en 1826,
el fanariota Ioanis Karatzas [Ιωάννης Καρατζάς], príncipe de Valaquia, de los
términos «donquijotismo» y «donquijotista», haciendo referencia a un
comportamiento irracional, absurdo y altanero.
La
primera referencia al Quijote en el mundo editorial griego se produce en la
revista literaria griega de Viena Ερμής ο Λόγιος [Hermes el Erudito] en
1816, cuando en un artículo anónimo se critica un libro de Daniil Filipidis [Δανιήλ Φιλιππίδης], un erudito sacerdote griego que
residía en Bucarest. El articulista se refiere a «Don Quichot», con más que
evidentes influencias francesas, llevando a cabo uno de los más tempranos
estudios comparativos de las letras neogriegas. En la misma revista encontramos
otras dos referencias, en 1817 y en 1819, a «Don Quijot» y a «Don Kijotu», respectivamente,
hecho que demuestra que el héroe de Cervantes ya se consideraba como una figura
legendaria en los círculos literarios de la época. A partir de la década de los
20 del siglo XIX se multiplican las referencias al nombre de Don Quijote
(revista Melisa (1820), Io (1836), etc.) así
como la aparición de relatos traducidos con temas quijotescos.
Cervantes
entra inicialmente en las letras “impresas” griegas de manera indirecta a
través de la traducción de otros escritores, como los franceses Alain-René
Lesage (1668-1747) y Jean-Pierre Claris de Florian (1755-1794). En 1796 en
Viena se edita la traducción de Galatée de Florian (sobrino de
Voltaire), hecha por el amigo y colaborador del ilustrado revolucionario Rigas
de Velestino, Antonios Koroniós [Αντώνιος Κορωνιός] (Γαλάτεια. Δράμα ποιμενικόν του
κυρίου Φλωριανού), sin que se mencione el
nombre de Cervantes, a pesar de que la obra de Florian es clarísima imitación
de la obra de Cervantes.
En
1836, ya en el recién fundado reino de Grecia, E. D. Iliópulos [Ε. Δ. Ηλιόπουλος] traducirá, no se sabe si del español o de alguna versión
francesa o italiana intermediaria, Galatea de Cervantes (de
Mijaíl Quervandos) en la ciudad de Patras. En ese mismo año, Jarálambos
Mijalópulos [Χαράλαμπος Μιχαλόπουλος] publica en Esmirna, bajo el
título O μανιώδης (El furioso), una
versión griega de la adaptación teatral de la historia de Cardenio (capítulo
XXIV de la primera parte del Quijote), basada en el libreto italiano de Jacopo
Ferretti de la ópera de Gaetano Donizetti Il furioso all’isola di San
Domingo, estrenada en Roma en 1833, la cual se inspira a su vez en una
homónima comedia italiana de 1820 de autor desconocido. Dos años más tarde, en
1838, el
traductor N. I. Saltelis [Ν. Ι. Σαλτέλης] incluye la traducción de
«La novela del curioso impertinente» (capítulos XXXIII - XXXV de la primera
parte del Quijote), bajo el título «Ο μωρός περίεργος», pero no del original sino de
la adaptación de Florian, dentro de la traducción de Le Diable Boîteux de
Lesage, una novela picaresca inspirada en El diablo cojuelo de
Luis Vélez de Guevara. Vemos, pues, que prácticamente se traducen primero las dos
novelas intercaladas en la primera parte del Quijote.
A
mediados del siglo XIX tenemos una serie de poemas que se refieren al Quijote
de poetas como Andreas Laskaratos [Ανδρέας Λασκαράτος] en 1840, de Stéfanos
Cumanudis [Στέφανος Κουμανούδης] entre 1845 y 1851 y de
Ceódoros Orfanidis [Θεόδωρος Ορφανίδης] en 1858, lo que demuestra la
consagración de la obra en los círculos literarios, aunque sin la existencia de
una traducción completa en forma impresa.
La
primera traducción impresa del Quijote apareció en la ciudad de Esmirna, en la
costa este del mar Egeo (actualmente en terrotorio turco) en 1852 bajo el título Ο
Δον Κισώτος της Μάγχης [Don Kisotos de la Mancha] y se presenta como novela de Florian,
evidentemente porque el traductor Ceodoros Catramiz [Θεόδωρος Κατραμίζ] ignora que se trata de una obra de
Cervantes que Florian había adaptado y traducido al francés (versión que
servirá para todas las traducciones al griego hasta 1919). Catramiz realizó una
versión abreviada de la adaptación de Florian y el lenguaje que utiliza es
relativamente simple y no demasiado culto. En 1860 se imprime en Atenas la
traducción de una versión simplificada de la novela bajo el título Δον Κισότ ή Τα περιεργότερα των συμβάντων αυτού [Don Quisot o sus eventos más curiosos], probablemente de una
adaptación francesa para niños. El traductor de dicha traducción nos es desconocido.
Otro
traductor que emplea el texto de Florian es Ioanis Isidoridis-Skilichis o Skilisis [Ιωάννης Ισιδωρίδης-Σκυλίτσης ή Σκυλίσσης] que presenta su
traducción/adaptación de la obra de Florian bajo el título Δον Κιχώτης ο Μαγκήσιος [Don
Quijote el Chulo] en 1864 en dos ediciones, en Trieste y Atenas. Hubo además una
publicación por entregas de la traducción en el diario griego de Trieste Ημέρα της Τεργέστης [Εl Día de Trieste]. Dicha traducción gozó de
mucha popularidad y prueba de ello son las reimpresiones en Estambul (en 1882)
y en Atenas (en 1894). Hubo además reimpresiones anónimas de esta traducción en
Atenas en 1912 y en 1915, y circuló por entregas, a partir del año 1915, como
anejo de la sección de «Biblioteca» del periódico emblemático de la colonia
griega neoyorquina Εθνικός Κήρυξ [Heraldo Nacional]. Skilichis explica en su
prólogo que al no conocer el idioma del original, se decantó por la versión de
Florian la cual, a su vez, la adaptó con el propósito de hacerla más legible para
el público grecohablante. También se refiere a la idea que de la obra tenían
hasta entonces los griegos la cual no coincidía con la recepción de la misma
por parte de la intelectualidad europea de la época que ya había detectado y
analizado los significados más profundos de la obra. La traducción de Skilichis
fue la traducción a través de la cual los griegos conocieron a Quijote a lo
largo de más de cincuenta años, hasta que apareciera la traducción de K. Κarceos [Κ. Καρθαίος].
Skilichis con su traducción introdujo
ampliamente a Don Quijote al mundo literario griego y, como consecuencia de
ello, se multiplicaron las referencias literarias al héroe cervantino. Asimismo
Skilichis con su traducción consagró el que iba a ser el nombre griego del
héroe hasta la aparición de la traducción de Panayotidu [Παναγιωτίδου] a principios del siglo XXI, esto es, Δoν Κιχώτης [Don Quijotis],
poniendo así fin a la multiplicidad y diversidad de formas que se habían
empleado para trascribir y adaptar el nombre del héroe cervantino a la lengua
griega. Se trata de más de treinta nombres, de evidente influencia francesa en
su gran mayoría, como Don Quijot, Don Cuixotos, Don Quisotos, Don Quisot, Don
Quisó, Don Quijotos, etc. Además el nombre Quervandis que le dio a Cervantes dominará
hasta la aparición de la traducción de Karceos.
A
pesar de la considerable popularidad del Quijote, en 1905 no detectamos
importantes homenajes a la obra con el motivo de los trescientos años de la
aparición de la primera parte de la obra.
En 1912 se traduce al griego por Grigorios Xenópulos [Γρηγόριος Ξενόπουλος], consagrado escritor griego de la época y
editor de la revista H Διάπλαση των Παίδων [La instrucción
de los niños], una adaptación francesa para niños de la obra que publica en
su revista. Además, en 1915, se introduce por primera vez un fragmento del
Quijote en un libro de texto (Εκλογή Αναγνωσμάτων εκ ξένων λογοτεχνιών εν
μεταφράσει του Ιωάννου Ν. Σιδέρη) para los estudiantes del tercer y
cuarto curso de la educación secundaria. Se trata de la famosa historia de la
lucha contra los molinos, en la traducción de Skilichis.
Desde
noviembre de 1919 comienza a publicarse por entregas en la revista literaria Νumás [Nουμάς], una revista que desempeñó un papel importante
en la consagración del uso de la variante popular del griego, más conocida como
“Dimotiquí”, en la literatura griega, la traducción de la primera parte del
Quijote llevada a cabo por K. Κarceos, anunciada como la
primera traducción griega del original español. Gozó de gran aceptación por parte del
público y fue todo un éxito editorial y comercial para la revista Νumás. Se
completó en enero de 1921 y ese mismo año se editó en un tomo (hubo además dos
reimpresiones en 1944 y en 1954). Su rasgo principal era el vigoroso lenguaje
popular utilizado por Κarceos. La traducción de
Karceos consolidó aún más el uso del nombre «Don Quijotis» [Δον
Κιχώτης] que había introducido Skilichis en
1864. Pero, sobre todo, con dicha traducción se adoptó la pronunciación
castellana del nombre de Cervantes [Θερβάντες]. Recordamos que antes se
habían empleado versiones como Mijaíl Servandis, Quervandes, Quervandis,
Chervandes, Servandes, Servandés, etc. Karceos no pudo concluir la traducción
de la segunda parte a causa de su muerte en 1955 (pudo llegar hasta el capítulo
XXVII). Desde este punto y hasta el final de la obra tomó el relevo Ιulía Iatridi [Ιουλία Ιατρίδη], traductora de obras
importantes como La niebla de Unamuno o Divinas palabras de
Valle Inclán, que concluyó su traducción a principios de la década de los 60. La traducción de Karceos
(que a partir de la edición, en 1944, incluía una introducción del traductor
acerca de la obra de Cervantes) es todo un hito para las letras griegas no solo
porque introdujo definitivamente la obra de Cervantes en nuestro país, sino
porque además fue el detonante para que aparecieran en las letras griegas,
sobre todo en poesía, una serie de obras inspiradas en el Quijote. Podemos
mencionar los ejemplos de poetas muy importantes como Kostas Uranis [Κώστας Ουράνης], Kostas Kariotakis [Κώστας Καρυωτάκης], Yanis Ritsos [Γιάννης Ρίτσος], Nikos Kazantzakis [Νίκος Καζαντζάκης] y otros. Veamos, como ejemplo, la
primera estrofa del poema de Kariotakis titulado «Don Quijotes» [«Δον Κιχώτες»], escrito en 1920:
Οι δον Κιχώτες πάνε ομπρός και
βλέπουνε ως την άκρη
του κονταριού που εκρέμασαν σημαία
τους την Ιδέα.
Κοντόφθαλμοι οραματιστές, ένα δεν
έχουν δάκρυ
για να δεχτούν ανθρώπινα κάθε βρισιά χυδαία.
Y
una traducción de Vicente Fernández González:
Los
don Quijotes avanzan y no ven más allá
de
la punta de su lanza, la
Idea en el
pendón.
Visionarios
tan míopes que no pueden ni llorar
y
encajar humanamente la injuria y el baldón.
La
idea que se tenía del Quijote en Grecia cambió radicalmente tras la traducción de Karceos, ya
que a raíz de ella se escribieron bastantes reseñas bibliográficas y se
reconocieron los profundos valores estéticos e ideológicos que atraviesan la
obra. Por último señalar que fragmentos de la traducción fueron incluidos en
libros de texto de la educación primaria y secundaria griega.
En
1932 aparece otra adaptación de la obra para niños, hecha por D.
Damasquinós [Δ. Δαμασκηνός] publicada por la editorial Dimitracu [Εκδόσεις Δημητράκου] en la serie Biblioteca Infantil.
Dicha adaptación tuvo dos reimpresiones en 1934 y 1935.
En
1954 tenemos en Atenas la traducción de Sotiris Patatzis [Σωτήρης Πατατζής] para Ediciones
Internacionales [Διεθνείς Εκδόσεις] que se reimprime en 2000, y en
1956 se publica con gran éxito y numerosas reimpresiones por la histórica editorial ateniense
Kedros [Κέδρος] la adaptación para niños del
escritor Kostas Várnalis [Κώστας Βάρναλης] bajo el título Ο Δον Κιχώτης από τη Μάντσα [Don Quijote de
la Mancha].
En
1961 se editan en un volumen las dos partes de la obra, en traducción de
Karceos, la primera parte, y de Kostas
Kulufacos [Κώστας Κουλουφάκος], la segunda. Dicha traducción,
aunque llegó a reeditarse en 1977 no tuvo la repercusión que se esperaba. En 1964 se publican de nuevo
las dos partes de la obra, esta vez en dos volúmenes, en la traducción de
Karceos y de Iatridi por la editorial Hestia [Βιβλιοπωλείον της Εστίας]. De esta edición
tenemos muchas reimpresiones, la última en 2003. En 2007 requiere los derechos de la
traducción de Karceos la editorial Patakis [Πατάκης] que, curiosamente,
sustituye la parte traducida por Iatridi por una nueva versión hecha por Agací
Dimitruca [Αγαθή Δημητρούκα].
Regresemos,
sin embargo, a
la década de los 90 para hablar de la publicación de dos nuevas traducciones
del Quijote, las dos del español y en dos volúmenes, bajo el título común
de Δον Κιχώτης [Don Quijote]. La primera es de Ilías
Matcéu [Ηλίας Ματθαίου], que además ha
escrito una introducción y notas, y fue editada en 1994 por la editorial
Exandas [Εξάντας]. La segunda, que pasó prácticamente
desapercibida, es de Dimitris Risos [Δημήτρης Ρήσος], (editorial Grámata [Γράμματα] 1997). Los dos traductores tenían la ambición de
sustituir la traducción de Karceos, por aquello de que las traducciones tienen
fecha de caducidad y requieren de actualización. En este aspecto la traducción de Matcéu
parece que aguantó más en el tiempo y se reimprimió en 2011 por la
editorial 4π Ειδικές Εκδόσεις Α.Ε.
En
2009 la casa editorial Estía, que había editado la traducción de Karceos e
Iatridi, publicó la última, hasta el momento, traducción de la primera parte de
Don Quijote, llevada a cabo por Melina Panayotidu [Μελίνα Παναγιωτίδου] basada en la
edición de 2004 de Francisco Rico, bajo el título Δον Κιχότε ντε λα Μάντσα. Ο ευφάνταστος ιδαλγός δον Κιχότε ντε λα Μάντσα. La traducción, que apuesta por la
hispanolización de todos lo nombres propios, ha contado con la ayuda económica
del Ministerio de Cultura español, ha sido muy elogiada por los críticos
literarios y en 2010 ganó el premio de traducción literaria que otorga cada año
el Instituto Cervantes de Atenas a las traducciones de obras literarias
españolas e hispanas al griego. A
finales de 2018, la traductora,
presentó la segunda
parte de la obra, publicada de nuevo por Estía.
Con
respecto a las otras obras escritas por Cervantes, ya hemos mencionado la
traducción, en 1836, de Galatea por E. D. Iliópulos en la
ciudad de Patras. Por su parte, las Novelas ejemplares gozan
de dos traducciones de la obra completa [además de ediciones de algunas
novelas sueltas como es el caso de «Rinconete y Cortadillo», traducida como «Οι αρχικλεφταράδες της Σεβίλλης» por Leonidas
Caratzás [Λεωνίδας Καρατζάς] en 1983 ο, «El amante liberal», traducida como «Ο γενναιόδωρος ερωτευμένος» en 2017 por el profesor de
la Universidad de Granada, Moschos Morfakidis Filactós]. La primera, bajo
el título Παραδειγματικές νουβέλες, es del propio Ilías Matcéu (en 1989, en dos tomos, para la
editorial Gnosi [Γνώση]) y la segunda, bajo el
título Υποδειγματικές νουβέλες, de Sofía Cornaru [Σοφία Κορνάρου] (en 2003 el primer
tomo y en 2004 el segundo, para la editorial Printa). Por último, en 2005 y
en traducción colectiva supervisada por Isnini Kansí [Ισμήνη Κανσή] (traductora de Lazarillo y
de Celestina entre otras obras) el Instituto Cervantes de
Atenas editó, en edición bilingüe, el entremés El retablo de las
maravillas [Η Σκηνή των θαυμάτων].
Solo
por la proliferación de traducciones de obras cervantinas a principios del
presente siglo, entendemos que Cervantes, en parte, hay que reconocerlo, por la
coincidencia del 400 aniversario de la publicación de las dos partes de la obra
y de la muerte del autor, ya está plenamente consagrado en la conciencia
lectora de los griegos («consagrado» no quiere necesariamente decir «leído»).
Dicha circunstancia se ve potenciada por una serie de actos que describiremos a
continuación: En octubre de 2000 la Sociedad Internacional de
Cervantistas, en colaboración con la Sociedad de Hispanistas Griegos, organizó
su 4º Congreso Internacional precisamente en Lepanto, la ciudad donde luchó y
fue herido Cervantes. En 2005 se celebró en la Universidad de Aristóteles de
Salónica un congreso internacional sobre la influencia del Quijote en las
letras y el arte. En 2007 fue editada por la editorial Metejmio [Μεταίχμιο] la biografía de Cervantes escrita por Andrés
Trapiello (traducción de Konstantinos Paleologos [Κωνσταντίνος Παλαιολόγος]). Por último, en
2015 la revista literaria Books’ Journal junto con el blog
literario dedicado al minicuento Planodion-Bonsái organizaron
un concurso de minicuentos (de hasta 150 palabras) inspirado en el Quijote. Se recibieron 129 minicuentos
y este es el relato ganador:
¿Sancho?
de Nikos Dimu
Hoy me han
traído un nuevo interno. «Don Quijote». En su ficha pone: «Tranquilo
e inofensivo».
(Por más que
parezca un antiguo número de revista teatral, en nuestros hospitales hay
napoleones, alejandromagnos...)
Se parecía al Quijote tradicional, tal como lo dibujó Doré. Alto, enjuto,
con barba de chivo.
—La lucha continúa —me dijo confidencialmente. Tenía los ojos azules,
descoloridos.
—Somos muchos, aunque no se nos vea —continuó—. Vamos a cambiar el mundo.
Yo callaba. ¿Qué podía decir?
Después me agarró por los hombros y mirándome a los ojos me expuso su
problema. «Pero para conseguirlo necesitamos de fieles escuderos. Nosotros los
caballeros siempre nos hemos apoyado en nuestros escuderos. Sancho Panza daba
de comer y almohazaba a Rocinante e incluso me preparaba la comida. Sin él soy
un inútil. ¿No tendrá alguno por aquí?»
¿Qué iba a decirle? ¿Que en treinta años de
psiquiatra había visto a bastantes Don Quijotes pero a ningún Sancho?
(La traducción colectiva al español
se llevó a cabo en el marco del taller de traducción literaria del griego al
español que se organizó en el Departamento de Traducción e Interpretación de la
Universidad de Málaga en mayo de 2016, bajo la coordinación de los profesores
Konstantinos Paleologos y María López Villalba. Participaron los estudiantes:
Sadi Amro, Antonio García Guzmán, Benito Gómez Ibáñez, Dímitra Ketetzudi, Ramón
Carlos Morales, Dímitra-Adamandía Mumtzí, Adolfo Orcajo, Rocío Sánchez
González, Desirée Sánchez Rosa, Juan Vargas).
Decía Flaubert de su Bovary,
no sin cierta amargura, que ella estaría allí cuando él se hubiera marchado. Es
la gran suerte y la gran condena de los escritores llamados clásicos: su obra
vive más que ellos, mucho más. Cervantes pasó en Grecia unos pocos gloriosos
días que le dejaron marcado para siempre, sin embargo, su Quijote, su Sancho,
su Rocinante siguen paseando a sus anchas por el Ática y las otras regiones de
esas lejanas “tierras helenas” que su creador ni siquiera sabemos si llegó a pisar.
Este texto se declara agradecido a la labor investigadora de Odiseas
Vaguelás [Οδυσσέας Βαγγελάς] y a
las siguientes fuentes bibliográficas que le proporcionaron gran parte de la
información en el presentada:
Bibliografía
Kejayoglu, Yeoryios [Κεχαγιόγλου, Γεώργιος],Tabaki, Ana [Ταμπάκη, Άννα]. Μιχαήλ Τσερβάντες, Ο επιτήδειος ευγενής δον
Κισότης της Μάντσας. Η πρώτη γνωστή ελληνική μετάφραση έργου
του Cervantes,(τρίτη δεκαετία του 18ου αιώνα;). Αtenas: Ινστιτούτο
Νεοελληνικών Ερευνών, Εθνικό Ίδρυμα Ερευνών, 2007.
Marín Casal, Guillermο. «Tras las huellas griegas de Don Quijote en sus
andanzas por Bucarest, Esmirna, Trieste, Constantinopla, Nueva York y Atenas». Cervantes:
Bulletin of the Cervantes Society of America, Vol. 30, Nº. 1, 2010,
págs. 47-86.
Samuil, Alexandra
[Σαμουήλ, Αλεξάνδρα]. Ιδαλγός της Ιδέας. Η
περιπλάνηση του Δον Κιχώτη στην ελληνική λογοτεχνία. Atenas: Πόλις, 2007.
Charla pronunciada en Málaga, en el
Centro Andaluz de las Letras, el 3 de
mayo de 2016. Texto actualizado en 2018.
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