Ponía el pie por primera vez en Grecia después de tres
años en el extranjero, al otro lado del mundo, en Sidney. Aterrizamos en el
Aeropuerto Internacional Eleftherios Venizelos al mediodía. Atasco en la cola
para coger un taxi, pero un atasco ordenado. Detrás de mí había un joven, puede
que de mi misma edad. Acababa de llegar de Canadá, Montreal, donde había pasado
cuatro años. Trabajábamos sin días libres, nonstop, para saldar nuestras deudas,
para enviar aquí algún dinerillo, para comer y para ahorrar algo. Inseguros actos
reflejos, temíamos perder el trabajo. «Como un sueño», estábamos los dos de
acuerdo, «como si no hubiera pasado ni un minuto desde que nos
marchamos, como si fuera ayer». Estábamos en la misma ciudad con un permiso de 20
días. Yo cocinero, él chico de la limpieza. Quizás volviéramos al trabajo,
quizás no. Quizás si encontráramos trabajo, aunque fuera mal pagado, juráramos
no volver al otro lado del mundo. Decíamos las mismas cosas, sonábamos como el
eco, como si fuéramos la misma persona. Le miré a los ojos para asegurarme de
que no era un reflejo, le di una palmadita en la espalda. Compartimos el taxi.
Al centro de Atenas los dos. Él iba a Abelókipi, yo a Exarjia. Coincidencia,
sincronización, todo funcionaba con la precisión de un reloj. Antes de llegar a
la calle Panormou el taxi se quedó parado, atasco monumental. Día Mundial
contra el Racismo y una marcha antirracista en el centro. Por los emigrantes,
los refugiados, los que son diferentes y los que no. Por una vida digna para todos
y todas, vengan de donde vengan y vayan a donde vayan. Había muchas pancartas,
las consignas eran claras. El taxi no se movía del sitio. El taxista quiso
decir algo, pero no le dio tiempo, lo paró el mismo gesto espontáneo, nuestras
manos en su hombro. No me importaba ni cuándo ni cómo saldríamos de este
atasco, y al otro tampoco. Atrapados en la carretera. No me importaba incluso
perder todas las vacaciones, al carajo. Se abrieron las ventanillas para dar
paso al aire fresco, mientras escuchábamos las consignas pacientemente.
Fuente:
primera publicación en el blog Planodion
– Historias Bonsái (10 de octubre de 2015).
Aléxandros Gramatikós: (Tesalónica, 1969). Estudió Economía en la Universidad
Aristóteles de Tesalónica e hizo un máster en la Universidad de Portsmouth,
Inglaterra. Ha trabajado en el campo de la comunicación publicitaria. Λάθρα Beach καὶ ἄλλα διηγήματα (Editorial:
Νησίδες, 2009) es su primer libro.
Traducción: Naiara García Fernández
Revisión:
Konstantinos Paleologos y
Proyecto GreQuerías
Proyecto GreQuerías
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